lunes, 16 de enero de 2012

Apariciones de San Miguel Arcángel Monte San Angelo



San Miguel Arcángel Monte San Angelo.

Cerca del año 490, un señor de Gargano estaba buscando uno de sus mas preciados toros. Cuando pensaba que estaba definitivamente perdido, lo logró ver dentro de una cueva de rodillas. Como la cueva estaba muy alta, este hombre pensó que jamás el toro lograría salir de allí, y le disparó una flecha para sacarlo de su miseria. Pero la flecha, a medio camino, dio la vuelta, dirigiéndose de nuevo hacia el hombre.

Sorprendido, el hombre fu

e al obispo a relatar lo que le había sucedido. El obispo instituyó tres días de oración y ayuno afuera de la cueva para discernir si lo ocurrido era o no un incidente del cielo. Mientras oraban fuera de la cueva, San Miguel se le apareció al obispo y le dijo: "Yo soy el Arcángel San Miguel, y estoy siempre ante la presencia de Dios. Esta cueva es sagrada para mi;


Pero a pesar de esta manifestación el obispo dudaba. Mas tarde el pueblo de Gargano se veía amenazado por una invasión, y el Arcángel se le volvió a aparecer al obispo y le prometió victoria para el pueblo, si confiaban y tenían fe. Así fue. El obispo en gran angustia se veía dividido entre dudas y la petición de San Miguel de construir la Iglesia en la gruta. es de mi elección. No habrá mas derramamiento de sangre de los toros. Donde las rocas se abran de par en par, los pe


Un año mas tarde el obispo fue donde el Papa a

pedir dirección. Este le envío junto con sacerdotes a estar tres días de oración y ayuno fuera de la cueva y pedir la asistencia del Arcángel para discernir la voluntad de Dios. San Miguel se le aparece de nuevo y ordenó al obispo entrar a la cueva: "No es necesario que me dediques esta Iglesia, yo miscados de los hombres serán perdonados. Lo que se pida aquí en oración será concedido. Por lo tanto, dediquen la gruta a cult


mo la he consagrado con mi presencia. Entra y bajo mi asistencia, ora y celebra el sacrificio de la Misa. Te enseñare como yo mismo he consagrado este lugar"o cristiano".

Al entrar, el obispo se encontró dentro un espléndido altar revestido de mantel rojo y una cruz de cristal. En la entrada había una huella de pie, confirmando la presencia del Arcángel.

San Miguel libera de la plaga

Otro incidente notorio ocurrió e

n el año 1656: toda el área estaba bajo el ataque de una plaga. Las víctimas eran muchas. El obispo de ese tiempo recurrió a San. Miguel y pidió tres días de oración y ayuno. San Miguel se le aparece en Sept. 25 1656: "Yo soy el Arcángel San. Miguel. Quien use las piedras de esta gruta será liberado de la plaga. Bendice estas piedras, grábales el signo de la cruz y mi nombre." El obispo así lo hizo, e inmediatamente ceso la plaga.

Muchos santos han visitado este lugar (San. Francisco, Beato Padre Pío, San A

ntonio, San Agustín)

En mayo 24, 1987 SS Juan Pablo II visito esta cueva, rezó la oración compuesta por León XIII y dijo: "he venido a venerar e invocar la protección del Arcángel San Miguel y pedirle que defiende a la Santa Madre Iglesia... La batalla contra el demonio, por lo cual el se distingue, es real aun hoy, ya que el demonio esta vivo todavía y muy activo en el mundo moderno".

http://www.corazones.org/lugares/italia/monte_san_angelo/a_monte_angelo.htm

http://www.santuariosanmichele.it

El Arcángel Miguel ya era considerado por los hebreos como el príncipe de los ángeles, protector del pueblo elegido, símbolo de la poderosa asistencia divina hacia Israel.


En el Antiguo Testamento aparece tres veces, en particular en el libro de Daniel (Dn 10, 13. 21; 12,1), donde se lo menciona como el defensor del pueblo hebreo y jefe supremo del ejército celestial que defiende a los débiles y a los perseguidos:
"Ahora en este tiempo surgirá Miguel, el gran príncipe, que vigila a los hijos de tu pueblo. Habrá un tiempo de angustia, como no se había visto nunca desde el surgimiento de las naciones hasta ese momento; en ese tiempo tu pueblo será salvado, quienquiera se encuentre inscripto en el libro" (Dn 12,1).


Su nombre "Mi ka - 'El" significa "Quién como Dios?".
A San Miguel se atribuye el título de arcángel, el mismo título con que se designa a Gabriel (Fuerza de Dios) y a Rafael (Dios ha curado).
En el Nuevo Testamento, San Miguel Arcángel es presentado como adversario del demonio, vencedor de la última batalla contra Satanás y sus sostenedores. Encontramos
la descripción de la batalla y de su victoria en el capítulo 12 del libro del Apocalipsis:
"Estalló entonces una guerra en el cielo. Miguel y sus ángeles combatían c
ontra el dragón. El dragón combatía junto con sus ángeles, pero no prevalecieron y no hubo más lugar para ellos en el cielo. El gran dragón, la antigua serpiente, aquel que llamamos el diablo y Satanás y que seduce a toda la Tierra, fue precipitado a la Tierra y con él fueron precipitados también sus ángeles".
Para los cristianos, por lo tanto, el Arcángel San Miguel está considerado como el más poderoso defensor del pueblo de Dios.
En la iconografía, ya sea oriental u occidental, San Miguel es representado como un combatiente, con la espada o la lanza en la mano, bajo sus pies el dragón, Satanás, vencido en la batalla. Desde hace siglos los creyentes se confían a su protección aquí en la Tierra, pero también, y particularmente, en el momento del juicio, como recita una antigua invocación: "San Miguel, defiéndenos en el combate, a fin de que no perezcamos en el día del tremendo juicio.".
El Arcángel es reconocido también como guía de las almas al cielo. Esta función de San Miguel se evidencia en la liturgia romana, en particular en la Oración sobre las ofrendas de la misa de difuntos:
"Señor Jesucristo, libera las almas de los fieles difuntos de las penas del infierno; San Miguel, que es portador de tus santas señales, los conduzca a la santa luz que prometiste a Abraham y a su descendencia."
La tradición también atribuye a San Miguel el pesar las almas después de
la muerte. Por eso, en algunas de sus representaciones iconográficas, además de la espada, el Arcángel lleva en la ma
no una balanza. En los primeros siglos del cristianismo, especialmente entre los bizantinos, San Miguel era considerado como médico celestial de las enfermedades de los hombres.

"No sólo has vencido al dragón grande y terrible en tu santuario de Chone, sino que también se ha formado un curso de agua que cura toda enfermedad del cuerpo".
Así canta el himno AKATISTO de la liturgia bizantina a San Miguel Arcángel. Finalmente, tiene el singular privilegio de prestar el oficio de asistencia ante el trono de la Divina Majestad, ya que él mismo se presentó así al obispo Lorenzo: «Yo soy Miguel y estoy siempre en presencia de Dios». Y en la liturgia del Concilio de Trento se rogaba así al ofrecer el incienso:
"Por intercesión de San Miguel Arcángel que está a la derecha del altar d
el incienso... dígnate aceptar y bendecir esta oferta del incienso".

Hoy en día la Iglesia celebra la fiesta de San Miguel, junto con la de San Gabriel y de San Rafael, el 29 de septiembre.
En el pasado había dos fiestas litúrgicas en honor del Arcángel (que se conservan todavía hoy en la ciudad de Monte San Angel): el 29 de septiembre, fiesta celebrada inicialmente sólo en Roma, como recuerdo de la dedicación de una antigua basílica erigida en su honor sobre la calle Salaria, y la otra el 8 de mayo, aniversario de la aparición de San Miguel en el Gárgano y, en particular, celebración del episodio de la Victoria. A partir del siglo XI, estas dos festividades particulares del Santuario del Gárgano se difundieron por toda Europa.
La fiesta de la Aparición de San Miguel fue instituida el 8 de mayo por el papa Pío V (1566-1572).
A San Miguel se dedicaron diversas iglesias, capillas y oratorios en toda Europa. A menudo el Arcángel es representado sobre las agujas de los campanarios, porque está considerado el guardián de las iglesias contra Satanás. Además, a Él se han dedicado numerosas capillas-osarios en los cementerios. Numerosas ciudades de Europa (Jena, Anderlecht, Colmar) lo veneran como santo patrón. En Italia encontramos bajo su protección más de 60 localidades (entre ellas Caserta, Cúneo, Alghero, Albenga, Vasto...). A El se han encomendado pueblos enteros, como los longobardos, y soberanos como Carlos de Anjou, gran protector del Santuari
o del Gárgano, y los miembros de la dinastía de los Valois. San Miguel es también el protector de numerosos trabajadores: farmacéuticos, doradores, comerciantes, fabricantes de balanzas, jueces, maestros de esgrima, radiólogos. A su protección se encomiendan policías y paracaidistas de Francia y de Italia. Recordamos finalmente que los religiosos, actuales custodios del Santuario sobre el Gárgano, pertenecen precisamente a la Congregación.


Le quattro apparizioni

L'episodio del toro e la prima apparizione dell'Arcangelo
Così narra un'operetta agiografica, datata tra il V e l'VIII secolo, il Liber de apparitione Sancti Michaelis in Monte Gargano (Apparitio):
«Vi era in questa città un uomo molto ricco di nome Gargano che, a seguito delle sue vicende, diede il nome al monte. Mentre i suoi armenti pascolavano qua e là per i fianchi di scosceso monte, avvenne che un toro, che disprezzava la vicinanza degli altri animali ed era solito andarsene da solo, al ritorno dal gregge, non era tornato nella stalla. Il padrone, riunito un gran numero di servi, cercandolo in tutti i luoghi meno accessibili, lo trova, infine, sulla sommità del monte, dinanzi ad una grotta. Mosso dall'ira perché il toto pascolava da solo, prese l'arco, cercò di colpirlo con una freccia avvelenata. Questa ritorta dal soffio del vento, colpì lo stesso che l'aveva lanciata».
Turbato dall'evento, egli si recò dal vescovo che, dopo aver ascoltato il racconto della straordinaria avventura, ordinò tre giorni di preghiere e digiuno. Allo scadere del terzo giorno, al vescovo Maiorano apparve l'Arcangelo Michele che così gli parlò: «Hai fatto bene a chiedere a Dio ciò che era nascosto agli uomini. Un miracolo ha colpito l'uomo con la sua stessa freccia, affinché fosse chiaro che tutto ciò avviene per mia volontà Io sono l'Arcangelo Michele e sto sempre alla presenza di Dio. La caverna è a me sacra. E poiché ho deciso di proteggere sulla terra questo luogo ed i suoi abitanti, ho voluto attestare in tal modo di essere di questo luogo e di tutto ciò che avviene patrono e custode. Là dove si spalanca la roccia possono essere perdonati i peccati degli uomini. Quel che sarà qui chiesto nella preghiera sarà esaudito. Va', perciò, sulla montagna e dedica la grotta al culto cristiano».
Ma, poiché quella montagna misteriosa e quasi inaccessibile era stata luogo di culti pagani, il vescovo esitò prima di decidersi ad obbedire alle parole dell'Arcangelo.

La Battaglia e la seconda apparizione
La seconda apparizione di San Michele, detta "della Vittoria", viene tradizionalmente datata nell'anno 492. Gli studiosi, tuttavia, riferiscono l'episodio alla battaglia tra Bizantini e Longobardi del 662 - 663: i greci attaccarono il Santuario garganico, in difesa del quale accorse Grimoaldo I, duca di Benevento.
« [...] Ed ecco che la stessa notte, che precedeva il giorno della battaglia, apparve in visione al vescovo (Lorenzo Maiorano) san Michele, dice che le preghiere sono state esaudite, promette di essere presente e ammonisce di dare battaglia ai nemici all'ora quarta del giorno». (Apparitio)
La battaglia, accompagnata da terremoti, folgori e saette, si concluse con il successo di Grimoaldo. La vittoria riportata fu de - scritta come voluta proprio da San Michele: essa sarebbe avvenuta l'8 maggio, divenuto in seguito il dies festus dell'Angelo sul Gargano. Inoltre, sancì ufficialmente il legame tra il culto dell'Angelo e il popolo longobardo.

La Dedicazione e la terza apparizione
La terza apparizione viene denominata anche "episodio della Dedicazione". «Intanto i Sipontini rimanevano in dubbio su cosa fare del luogo e se si dovesse entrare nella chiesa e consacrarla». (Apparitio)
Tuttavia, nell'anno 493, dopo la vittoria, il vescovo Maiorano decise di obbedire al Celeste Protettore e di consacrare al culto la Spelonca in segno di riconoscenza, confortato anche dal parere positivo espresso da papa Gelasio I.
«Ma la notte, l'angelo del Signore, Michele, apparve al vescovo di Siponto in visione e disse: "Non è compito vostro consacrare la Basilica da me costruita. Io che l'ho fondata, io stesso l'ho consacrata. Ma voi entrate e frequentate pure questo luogo, posto sotto la mia protezione"». (Apparitio)
Allora il vescovo Lorenzo, insieme ad altri sette vescovi pugliesi, in processione con il popolo ed il clero Sipontino, si avviò verso il luogo sacro. Durante il cammino si verificò un prodigio: alcune aquile, con le loro ali spiegate, ripararono i vescovi dai raggi del sole. Giunti alla Grotta, vi trovarono eretto un rozzo altare, coperto di un pallio vermiglio e sormontato da una Croce. Inoltre, come racconta la leggenda, nella roccia trovarono impressa l'orma del piede di San Michele.
Il santo Vescovo Maiorano vi offrì con immensa gioia il primo Divin Sacramento. Era il 29 settembre. La Grotta stessa, come unico luogo non consacrato da mani d'uomo, ha ricevuto nei secoli il titolo di "Celeste Basilica".

La quarta apparizione
Era l’anno 1656 ed in tutta l’Italia meridionale infi eriva una terribile pestilenza. L’Arcivescovo Alfonso Puccinelli, non trovando alcun ostacolo umano da contrapporre all’avanzata dell’epidemia, si rivolse all’Arcangelo Michele con preghiere e digiuni. Il Pastore pensò addirittura di forzare la volontà divina lasciando nelle mani della statua di San Michele una supplica scritta a nome di tutta la Città. Ed ecco, sul far dell’alba del 22 Settembre, mentre pregava in una stanza del palazzo vescovile di Monte Sant’Angelo, sentì come un terremoto e poi San Michele gli apparve in uno splendore abbagliante e gli ordinò di benedire i sassi della sua grotta scolpendo su di essi il segno della croce e le lettere M.A. (Michele Arcangelo). Chiunque avesse devotamente tenuto con sé quelle pietre sarebbe stato immune dalla peste. Il vescovo fece come gli era stato detto. Ben presto non solo la Città fu liberata dalla peste, secondo la promessa dell’Arcangelo, ma tutti coloro che tali pietre richiedevano, dovunque si trovassero.
A perpetuo ricordo del prodigio e per eterna gratitudine, l’Arcivescovo fece innalzare un monumento a S. Michele nella piazza della Città, dove ancora oggi si trova, di fronte al balcone di quella stanza nella quale si vuole che avvenne l’apparizione, con la seguente iscrizione in latino: Al Principe degli Angeli Vincitore della Peste Patrono e Custode monumento di eterna gratitudine Alfonso Puccinelli 1656

El Santuario
Benvenuti nel Santuario, la nostra visita si inizia nell' atrio superiore, accanto al campanile. Vi presentiamo un breve guida per aiutarvi a conoscere l'importanza, spiritualità e belleza di questo unico posto.
IL CAMPANILE
Fu eretto da Carlo I d'Angiò come ringraziamento a San Michele per la conquista dell'Italia meridionale. I lavori ebbero inizio il 27 marzo 1274. La torre, progettata dall'architetto Giordano, di Monte Sant'Angelo, che diresse i lavori insieme con suo fratello Maraldo, è a forma ottagonale e fu completata nel 1282 con un'altezza originaria di 40 metri. In seguito, fu ridotta agli attuali 27 metri (probabilmente a causa di un fulmine o per collocarvi più agevolmente le campane). Il campanile è diviso in quattro piani con arcate cieche a tutto sesto, con cornici variamente ornate. All'interno sono state ricavate tre celle a cupola e un'ultima cella con costoloni ad arco acuto. All'ultimo piano 5 campane si affacciano da quattro aperture ad arco. La campana più grande, la sesta, occupa il centro dell'ottagono e risale all'anno 1666.
EL ATRIO SUPERIOR
Una vez atravesado el campanario nos encontramos en un amplio patio, denominado "Atrio superior" que presenta, a la izquierda y al frente, una columnata con rejas. La entrada al Santuario data de 1865 y presenta dos arcadas a ojiva aguda coronadas por un frontón triangular adornado de frisos y pequeñas arcadas. Entre dos pequeños rosetones aparece ante nuestros ojos un pabellón con la estatua de San Miguel Arcángel. En 1994 se ofreció en donación al Santuario, para el XV centenario de las apariciones de San Miguel en el Gárgano, una puerta de bronce. Sobre los paneles de la puerta se representa toda la historia del Santuario, desde sus orígenes hasta el peregrinaje de Juan Pablo II, que tuvo lugar en 1987. En lo alto, coronando las puertas, se han colocado dos lápidas rectangulares rodeadas de frisos. En la de la derecha se lee el siguiente epígrafe: TERRIBILIS EST LOCUS ISTE HIC DOMUS DEI EST ET PORTA COELI (Este lugar es impresionante. Ésta es la casa de Dios y la puerta del cielo). En la de la izquierda, este otro: NON EST VOBIS OPUS HANC QUAM AEDIFICAVI BASILICAM DEDICARE IPSE ENIM QUI CONDIDI ETIAM CONSECRAVI (No es necesario que vosotros dediquéis esta Basílica que yo he edificado porque yo mismo he puesto los cimientos y también la he consagrado). Bajo cada una de las lápidas se abre un portal de arco agudo; el más precioso, a la derecha, se remonta al siglo XIV. En la luneta central de arco gótico se destaca la figura de la Virgen María con el Hijo divino entre los brazos; al lado los apóstoles Pedro y Pablo; un poco separada, la pequeña efigie de una mujer arrodillada en oración. En la luneta de la izquierda, realizada en 1865 con un friso que imita el de la derecha, se ha representado la escena de la procesión de los siete obispos de la Pulla con el clero y el pueblo a la gruta sagrada. La entrada de la derecha es la original. Ideada por Carlos de Anjou, fue reconstruida y embellecida en 1395 por la reina Margarita, madre del rey Ladislao de Durazzo, probablemente representada en la figura orante de la derecha.
LA ESCALINATA
Los dos portales introducen a un vestíbulo desde el cual se abre la escalinata que lleva hacia la mística gruta. La construcción de esta magnífica obra se remonta a la época de los Anjou (siglo XIII). Está constituida por 86 escalones y subdividida en cinco rampas, interrumpidas por cuatro rellanos; las galerías están sostenidas por grandes arcadas góticas y por bóvedas ojivales; las paredes laterales están iluminadas por pequeñas ventanas. Donde comienza, en un vano a la izquierda de la primera rampa, se construyó en l986 un oratorio en honor de san Benito, patrono de Europa. Al avanzar encontramos en la cuarta rampa, siempre a la izquierda, un templete del siglo XV con la estatua de la Virgen que tiene al Niño en brazos y el sarcófago de Rinaldo Cantelmo. Las arcadas de ambas paredes señalan las sepulturas de las antiguas familias del lugar. Durante mucho tiempo hubo debajo de esta misma escalera, otros muchos sarcófagos. Algunos de los numerosos frescos fueron descubiertos y restaurados en sucesivas etapas durante los últimos años y, en particular, durante los trabajos ejecutados en ocasión del gran Jubileo del 2000, cuando se la consolidó, se pulieron las diferentes incrustaciones y fue sugestivamente iluminada. La escalinata desemboca en un portal cuadrado de columnas contorneadas apoyadas sobre leones y plintos ornados con el escudo obispal en relieve. El mismo es conocido tradicionalmente como Puerta del Toro, por el gran fresco que allí revive “el episodio del toro” de la primera aparición y que vio la luz durante la restauración de 1999. El portal está dominado en la parte superior por un crucifijo bajo el cual se ha puesto una lápida de mármol ricamente enmarcada, guardada por dos ángeles. En la inscripción leemos: HAEC EST TOTO ORBE TERRARUM DIVI MICHAELIS ARCHANGELI CELEBERRIMA CRIPTA UBI MORTALIBUS APPARERE DIGNATUS EST HOSPES HUMI PROCUMBENS SAXA VENERARE LOCUS ENIM IN QUO STAS TERRA SANCTA EST (Esta es la Cripta de San Miguel Arcángel, celebérrima en todo el mundo, en donde él se dignó aparecer ante los hombres. ¡Oh! peregrino, postrándote en tierra, venera estas piedras porque el lugar en el que te encuentras es santo).
LE PORTE DI BRONZO
Oltre la Porta del toro, ci si trova nell'Atrio inferiore: anello di congiunzione tra la scalinata e l'entrata della Basilica. L'atrio, infatti, si chiude con un bellissimo portale romanico e con le famosissime Porte di bronzo per le quali si accede alla Grotta. Il portale è sormontato da un arco in cui sono incise le parole pronunciate, secondo la tradizione, dallo stesso San Michele al vescovo San Lorenzo Maiorano in una delle apparizioni: Dove si spalanca la roccia, lì saranno perdonati i peccati degli uomini. Questa è una dimora speciale nella quale qualsiasi colpa viene lavata. Le Porte di bronzo, che chiudono il portale, furono realizzate nel 1076 nella regale Costantinopoli, su commissione dell'amalfitano Pantaleone, della nobile famiglia dei Mauroni, che ne fece dono alla Basilica. Costituite da una pesante intelaiatura di legno rivestita di formelle in oricalco (lega di rame, zinco, piombo e argento), appartengono ad un gruppo di opere analoghe, tutte di manifattura bizantina, concentrate tra Lazio e Campania. Tipica delle officine di Costantinopoli è anche la decorazione ad agemina (disegno inciso nel metallo). L'opera è suddivisa in ventiquattro pannelli sui quali sono raffigurati episodi biblici dell'Antico e Nuovo Testamento che vedono protagonisti gli angeli, la storia delle apparizioni di San Michele al vescovo Maiorano ed alcuni momenti della storia della Chiesa dei primi secoli.
EL ABSIDE
Al fondo de La Nave Angevina, en el ábside, se colocó en 1690 un altar de estilo barroco, destinado actualmente a la custodia del Santísimo Sacramento, con tres estatuas de piedra que representan en el centro a san José, a la izquierda a san Nicolás de Bari y a la derecha a san Antonio de Padua. La mesa y el tabernáculo se remontan a la primera mitad del 800. La parte superior está adornada por un pabellón en el cual, en altorrelieve, se representa la escena de la Anunciación. En las paredes laterales del ábside se han puesto dos lápidas rodeadas por frisos decorativos, como testimonio de las remodelaciones del altar (1547) y de la capilla (1690), y los nombres de los ilustres ofertantes; en los nichos que se abren sobre las lápidas se han colocado las estatuas de dos santos que vinieron como peregrinos a nuestro santuario: san Vicente Ferreri y san Francisco de Paula.
L'ALTARE DELLA MADONNA
A sinistra del presbiterio, sotto un baldacchino ligneo sorretto da quattro colonne di marmo provenienti da un altro antico monumento, si trova uno dei più antichi altari della Basilica: quello dedicato alla Madonna del Perpetuo Soccorso. Sopra l'altare, un affresco incluso in una cornice del XVII secolo rappresenta l'immagine della Madonna del Perpetuo Soccorso con ai lati Santo Stefano protomartire e San Carlo Borromeo. L'altare è chiamato anche della Madonna del Suffragio a motivo del privilegio concesso da papa Gregorio XIII (1572 - 1585) di usufruire ogni giorno, pregando dinanzi a questo altare, dell'indulgenza plenaria per i defunti.
L'ALTARE DI SAN MICHELE ARCANGELO
Tra la fine del XVI secolo e la prima metà del successivo, l'arcivescovo Domenico Ginnasio (1586 - 1607) fece scavare il fondo della Grotta con l'intento di creare un più ampio presbiterio, consono alla solenni - tà delle messe pontificali. Nel primo decennio del Seicento lo stesso prelato recintò con lastre di rame "...il sasso della sagrata grotta in forma d'Altare sopra del quale furono trovate due vestigie seu pedate, come di fanciullo impresse nella neve..." (Platea, 1678). Collocata nel 1507 sull'Altare delle Impronte, nel cuore della Sacra Grotta, la statua di San Michele Arcangelo, opera di altissima qualità ed immagine archetipa per la devozione, è comunemente attri - buita ad Andrea Contucci, detto anche Sansovino. Scolpita nel marmo bianco di Carrara, misura 130 cm di altezza. Rappresenta il Principe delle milizie celesti in atteggia - mento di guerriero che calpesta satana raffigurato come un mostro dal viso di scimmia, la coscia di capro, gli artigli di leone e la coda di serpente. San Michele ha l'apparenza di un adole - scente, dal volto atteggiato a sorriso. Il capo è ornato da una chioma inanellata a serpentine, a riccioli, a boccoli e a ciocche: un unicum nel suo genere nella storia della scultura. Il braccio sinistro è teso verso il basso. Il braccio destro, sollevato, impugna una spada disposta trasversalmente, in atto di minaccia. La posizione è quella di un soldato (veste, tra l'altro, la corta ed aderente armatura di un legionario romano con un ampio mantello militare) vincitore che, tuttavia, vigila affinché il nemico non possa più essere offensivo. La spada, prelevata dalla mano dell'Arcangelo, viene recata in solenne processione per le vie di Monte Sant'Angelo il 29 settembre.

En el año 1656 ocurrió la llamada “Cuarta Aparición” del Arcángel San Miguel al Arzobispo Alfonso Puccinelli, por la cual toda la ciudad y todo el territorio sipontino fueron inmediatamente liberados de la peste, gracias a las piedras extraídas de la sagrada Gruta. A raíz de esto, la ciudad se amplía y se convierte prácticamente en el más importante centro del Gargano, al cual llegaron numerosos y continuos peregrinos y visitantes ilustres.
En 1872 la Basílica fue reconocida definitivamente como capilla palatina, esto es, dependiente directamente de la autoridad real, y sus sacerdotes fueron nombrados como “Capellanes de la Real Casa”, privilegio abolido después del concordato de 1929. La perspectiva del ingreso superior con dos portales a la entrada es de 1865 y está constituido por dos arcadas a ojiva aguda coronadas por un frontón triangular adornado de frisos y pequeñas arcadas. Al centro, entre dos pequeños rosetones, fue colocado un puesto con la estatua de San Miguel Arcángel. A la izquierda, el portal de ingreso está revestido de una puerta de bronce donada al Santuario en 1994, en ocasión del XV centanario de la aparición de San Miguel sobre el Gargano. Es obra del escultor Miguel Tiquino, oriundo de Monte Sant’Angelo. Sobre los paneles de la puerta se presenta toda la historia del Santuario, desde sus orígines hasta la peregrinación de Juan Pablo II en 1987. El útimo terrible saqueo del Santuario, a manos de los Franceses de Murat, ocurrió a fines del año 1700.
En la segunda mitad del siglo apenas concluido, el Santuario ha visto una fase muy intensa de su vida, debido también a la proximidad con San Giovanni Rotondo, lugar donde vivió y desarrolló su ministerio San Pío de Pietrelcina, devoto de San Miguel Arcángel, al cual no faltaba jamás de enviar a todos sus hijos espirituales, como ocurre también hoy. En 1949, por obra de Mons. Antonio Quitadamo, se dió inicio a las excavaciones que reportaron a luz, después de siglos, la parte subterránea más antigua, legada a la época bizantino-longobarda.
De 1970 a 1996 el Santuario fue custodiado por los Padres Benedictinos y actualmente lo hace la Congregación de San Miguel Arcángel a la cual se debe, en 1999, la construcción de la capilla penitencial recoge elementos de la antigua roca sobre la cual pende un espléndido crucifijo del siglo XIV-XV.
Entre los peregrinos más famosos encontramos numerosos Papas (Gelasio I, san León IX, Urbano II, Alejandro III, Gregorio X, san Celestino V, Juan XXIII cuando fue cardenal, Juan Pablo II, y Benedicto XVI cuando fue cardenal); soberanos (Ludovico II, Otón III y su madre Teofanía, Enrique II, Matilde de Canossa, Carlos de Anjou, Alfonso de Aragón, Fernando el Católico, Sigismundo el Viejo, rey de Polonia, los reyes borbones Fernando I y Fernando II, Víctor Emanuel III y Humberto II de Savoya); diversos jefes de estado y ministros; algunos santos (Anselmo, Bernado de Claravalle, Guillermo de Vercelli, Francisco de asís –que no sintiéndose digno de entrar en la gruta y se queda a rezar sobre el umbral, episodio recordado a través del altar a él dedicado al ingreso de la Basílica-, Brígida de Suecia, Buena de Pisa, Alfonso de Ligorio, Gerardo Maiella, Pío de Pietrelcina y numerosos otros); pero sobre todo millares de devotos y anónimos venidos de todas las naciones, atraídos por la fascinación de un lugar sagrado tan particular donde reencuenran la esperanza y la paz y experimentan la alegría del perdón por intercesión de San Miguel Arcángel. A la “Basílica Celestial”, en cuanto que no está consagrada por los hombres sino por el mismo San Miguel Arcángel, con decreto oficial de la Santa Iglesia fue concedido para siempre el privilegio del PERDON ANGELICO. Desde 1997, en efecto, los visitantes que se confiesan y reciben la Santa Comunión obtienen la indulgencia plenaria recitando el Padrenuestro, el Credo y rezando por el Papa.

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