sábado, 19 de marzo de 2011

Lo que todo el mundo ve de ti

Los grandes líderes de todos los tiempos, desde Julio César al Dalai Lama, desde Leonardo Da Vinci al Che, son recordados, más por su estilo personal de pensamiento, que por sus acciones específicas. Un estilo es una estrategia para el comportamiento, que determina, no sólo lo que esa persona se permitirá a sí misma hacer, sino, sobre todo, el camino por el que lo hará. El estilo es una cualidad intangible sobre el comportamiento que deja una impresión mucho más amplia que el propio comportamiento.
El estilo nos da a las personas una base para el comportamiento diario. Tu estilo personal nos enseña la manera en la que te has posicionado en la vida, refleja tu estrategia personal en la vida y predice la manera en la que tratarás de resolver las situaciones que se te vayan presentando.
No podemos esconder nuestro estilo personal. Una sola acción puede pasar desapercibida, pero no es posible esconder los patrones de comportamiento. La repetición atrae la atención. Tus patrones de comportamiento son una exhibición pública de tu estilo personal, una radiografía a la vista de todos del estado de tu mente.
Un estilo personal de pensamiento no es ni bueno ni malo. Lo que importa es si te sirve o no para resolver las situaciones que se te van presentando y, sobre todo, si con tu estilo personal eres capaz de tomar la iniciativa respecto a tu propia vida.
Pero si no estás contento con tu estilo personal, no existe ninguna ley que diga que lo tienes para toda tu vida. Simplemente puedes cambiarlo. La gente lo está haciendo todos los días.
El estilo es un tema de elección personal, que nada tiene que ver ni con el nivel de educación, ni con la religión, ni con la ideología política. Ni siquiera tiene que ver con que seas forofo de uno o de otro equipo de fútbol o con el dinero que ganas al final de mes. Tiene más que ver con la forma del pensamiento, con cómo has decidido utilizar tu mente.
De la misma manera en la que has decidido qué programas de televisión quieres ver, qué tipo de calzado te pones, qué amigos merecen la pena o qué páginas Web visitas, el estilo es también algo que has decidido tú. Cambiarlo depende sólo de ti. Si no te gusta un programa de televisión, cambias de canal. Si no te gusta la camisa que llevas, la cambias por otra. Si no te gusta cómo llevas el cabello, vas a un peluquero a que te lo arregle. Si no te gusta tu estilo personal de forma de pensar, también puedes cambiarlo. Es tu decisión.
Tomar la decisión de cambiar tu estilo te puede llevar 20 años. O dos minutos. Requiere un acto de voluntad.
¿Crees que se puede cambiar el estilo personal de pensamiento? ¿Lo has hecho alguna vez? ¿Cómo lo hiciste?

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