viernes, 13 de marzo de 2015

"Pedir perdón no es pedir disculpas: es arrepentimiento"

Papa Francisco Pedir perdón no es un sencillo pedir disculpas, es ser consciente del pecado, de nuestra idolatría, de las tantas idolatrías.

(Ciudad del Vaticano, 11 de marzo de 2015) "Hay que pedir perdón sinceramente, con el corazón, y de corazón debe ser dado a quien nos ha ofendido", fue el tema central de la reflexión que realizó el Papa Francisco durante su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Su reflexión a continuación: Dios es omnipotente, pero también su omnipotencia, en cierto sentido, se detiene ante la puerta cerrada de un corazón. Un corazón que no quiere perdonar a quien lo ha herido. Pedir perdón no es igual que pedir disculpas Todo parte de cómo nosotros, en primer lugar, nos presentamos a Dios para pedir que nos perdone. La Lectura del día, muestra al profeta Azarías que invoca clemencia por el pecado de su pueblo, que está sufriendo, pero que también es culpable de haber abandonado la ley del Señor. Azarías no protesta, no se lamenta ante Dios por los sufrimientos, sino que más bien reconoce los errores del pueblo y se arrepiente. Pedir perdón es otra cosa, es distinto que pedir disculpas. ¿Yo me equivoco? Pero, discúlpame, me he equivocado… ¡He pecado! No tiene nada que ver una cosa con la otra. El pecado no es una simple equivocación. El pecado es idolatría, es adorar al ídolo, al ídolo del orgullo, de la vanidad, del dinero, del «mí mismo», del bienestar… Tantos ídolos que nosotros tenemos. Y por esta razón Azarías no pide disculpas. Pide perdón. Jesús nos enseña la dinámica del perdón Hay que pedir perdón sinceramente, con el corazón, y de corazón debe ser dado a quien nos ha ofendido. Como el patrón de la parábola evangélica relatada por Jesús, que perdona una deuda enorme a un siervo suyo porque se compadece por sus súplicas. Y no como hace ese mismo siervo con un semejante, tratándolo sin piedad y mandándolo a la cárcel, aun siendo deudor de una suma irrisoria. La dinámica del perdón es la que enseña Jesús en el “Padrenuestro". Jesús nos enseña a rezar así al Padre: «perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Si yo no soy capaz de perdonar, no soy capaz de pedir perdón. «Pero, Padre, yo me confieso, voy a confesarme…» «¿Y qué haces antes de confesarte?». «Pienso en las cosas que he hecho mal…». «Está bien». «Después pido perdón al Señor y prometo no volver a hacerlas…». «Bien. Y después vas a lo del sacerdote. Pero antes te falta una cosa: ¿has perdonado a aquellos que te han hecho el mal?». "El perdón que Dios te dará, requiere el perdón que tú des a los demás" Este es el razonamiento que Jesús nos enseña sobre el perdón. Primero: pedir perdón no es un sencillo pedir disculpas, es ser consciente del pecado, de nuestra idolatría, de las tantas idolatrías. Segundo: Dios siempre perdona, siempre. Pero pide que yo perdone. Si yo no perdono, en cierto sentido cierro la puerta al perdón de Dios. "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" - Papa Francisco Homilía en Santa Marta, Ciudad del Vaticano, 10 de marzo de 2015 - PildorasdeFe.net Con información de Radio Vaticana http://es.radiovaticana.va

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