martes, 14 de abril de 2015

Ante la ruina...

“Antes de la ruina el hombre se llena de soberbia, pero la humildad precede a la gloria” Proverbios 18,12 Hagan uso de su imaginación más simple y piensen en un desfile en el que primero pasa la soberbia: campante, imbatible, llena de seguridad basada en apariencias y tenencias, en fuerza y poder, en fin...puro esteroide de personalidad; y detrás de ella una multitud incontable de gentes que la siguen, que confían en ella, y que de facto han aprendido a vivir de ella y con ella. Todo desfile tiene un final, y en el caso del orgullo, la vanagloria y la soberbia... el final es terrible, es la nada, es la ruina. Decía el gran San Agustín, “la soberbia no es grandeza... es hinchazón”. Se pierde toda realidad cuando llegamos a creer que somos y valemos por lo que tenemos, hacemos, o por la gente que está bajo nuestro cargo o que trabaja para nosotros; pensar y presumir que eres, existes y vales por eso es igual a que un globo lleno de helio se crea transbordador espacial solo porque puede volar un poco más que otros, en cuanto se acabe la gravedad le toca explotar, eso si no se desinfla antes, es ser nada y presumir serlo todo. POR EL OTRO LADO, imagina un desfile en el que pasa la humildad...(es interesante pensar que llega a tu cabeza cuando piensas en ella). La humildad viene caminando, sin aspavientos, sencilla y básicamente feliz. Porque la humildad y la felicidad conviven siempre y se alimentan mutuamente pues no se engañan entre ellas. No trae ningún adorno, la gente de hecho no la sigue, la rodea, casi no se le puede ver pues todos los que los que están a su lado le son muy similares, ella influye bien a todos, por eso la imitan, la pueden saber cerca y amiga sin necesidad de trámites extraños. Nadie llama la atención más que los otros, y todos admiran las diferencias y riquezas de los demás presentes en el desfile de la vida con humildad, por humildad. Sí es un desfile, pero la humildad hace que todos sean los importantes en la marcha, todos son el desfile y ninguno debe faltar pues la humildad coloca a cada uno en donde debe de ir y de disfrutar el desfile de la vida. En algún momento se perdió el concepto de desfile y todo pasó a ser un todo en donde cada cual es auténtico y se alegra de que los otros también caminen a su lado. Por eso no hay final, se hizo tanto bien cuando pasó la humildad que lo que va dejando es ganas de vivir, de seguir, lo que se podría haber llamado un desfile no acaba de tantos que se unen con alegría en el camino. Ser feliz es la Gloria, y ese es el final del desfile de la humildad. Somos humanos, y es vital primero descubrir en cual desfile vamos, al mismo tiempo estar atentos de nuestras palabras, accciones y reacciones, pues ellas nos van a decir que sigue después, si la Gloria o la Ruina. Pídele al Espíritu Santo el don de estar en el desfile correcto y de ayudar a muchos a estarlo también. Sé tú mismo, tú misma, ámate y estarás camino a la Gloria pues la humildad camina contigo, no podrías ser tú si no fueras humilde. Por cierto la humildad nunca va a detener una virtud que te bendiga o te haya sido dada para bendecir a Dios y a los tuyos con tu vida, por el contrario la va a motivar y a desarrollar sin miedo, tan mal es la soberbia como la falsa humildad, ámate y deja que Dios te ame. http://tinvalro.macmate.me/tinvalro.macmate.me/Un_dia_a_la_vez/Entradas/2013/10/26_Antes_la_ruina_o_antes_de_la_gloria....html

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