“…estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”.
Josué 1:5b
La incertidumbre y confusión han embargado tu vida de un sentimiento horrible, de esos que hacen que has el apetito pierdas. Un mal sabor de boca es lo único que saboreas, mientras no encuentras la manera de sentir paz.
Das una y mil vueltas en ese lugar, te sientas y te sientes incomodo, te acuestas y la cama parece de piedra, tu almohada se ha convertido en un saco de piedras en la cual por más que quieras acomodar tu cabeza, no la encuentras confortable.
Quieres orar, quieres llorar, quieres huir, quieres escapar; sentimientos encontrados y pensamientos equivocados son los que fluyen en tu mente; sientes que te ahogas y por más que buscas no encuentras un descanso.
Has pensando en rendirte, en tirar todo por la borda, crees que una persona como tú no merece ser usada por El, crees que una persona tan imperfecta como tú y con tantos problemas, no merece ni siquiera ser escuchada por El.
Te sientas en tu cama y de pronto sin darte cuenta estas en el piso, mientras toda clase de pensamientos se mueven en tu mente, las lágrimas de tus ojos brotan, recorren tus mejillas y tu corazón siente que no puede más.
Mientras tanto en el cielo, con un rostro de amor eterno Dios fija sus ojos en ti, mientras entre sus manos hay una agenda con tu nombre y cada cosa que tiene para ti. Dios sabe que es el momento, si, es el momento de que su presencia te abrace, de que su presencia te haga sentir que no se ha olvidado de ti.
Mientras las lagrimas de tristeza y desesperación recorren tus mejillas, una briza fresca de su Santo Espíritu, puede sentirse, hay algo diferente en este momento, Dios esta inundando tu espacio, El se está haciendo presente. Cierras tus ojos mientras empuñas tu cara, quieres sentirlo, quieres descansara en El, ¡Necesitas hacerlo!, mientras ese lugar se llena de su presencia, la alabanza brota de tu boca, ese canto que te conecta a lo más alto, esas palabras que hacen que tu espíritu se toque con el suyo se hacen presente.
Mientras adoras al Señor entre lagrimas y sentimientos encontrados, Dios comienza a reconfórtate, a hacerte sentir que jamás estarás solo, a hacerte sentir que El nunca se olvidara de ti, que no importando las circunstancias y situaciones que estés experimentando, El jamás te dejara.
Tu voz adorándolo es mejor que oír a millones de ángeles en el cielo, Dios hace callar a todos en el cielo, mientras inclina su oído a tu adoración, una sonrisa se comienza a dibujar en su rostro, esa sonrisa de un Padre que se emociona al escuchar a su hijo adorarlo aun en los momentos difíciles, mientras de su voz se deja oír: “Eso era lo que quería escuchar”.
Tu canto es precioso, no por tu voz, sino porque está saliendo de lo profundo de tu corazón, son palabras que todo tu ser pronuncia, mientras se derrama por completo delante del Señor, tú no eres el mismo, no eres la misma, porque cuando por un momento te olvidas de todo lo que te rodea y te enfocas en adorarlo, el panorama cambia, tus pensamientos son afirmados, tus fuerzas renovadas y el abrazo del Padre se hace más sensible.
Mientras Dios sonríe y se alegra porque puede ver que todo tu panorama cambia cuando lo adoras, entre sus labios se deja oír suavemente un: “Te amo, Yo jamás te dejare solo(a)”.
Amados, no importando tu panorama o las circunstancias que en este momento te rodea, ADORA al Señor, porque cuando eso ocurre TODO cambia, lo que era incertidumbre y confusión es transformado por seguridad y confianza, Dios quiere sonreír al verte que lo buscas aun en esos momento difíciles, deja que una sonrisa se dibuje en su rostro, ADÓRALE.
Recuerda estas palabras que Dios te quiere recordar hoy:
AMADO(A), JAMÁS TE DEJARE SOLO(A)
Autor: Enrique Monterroza
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