jueves, 21 de enero de 2010

Amor a la Madre



La madre es un ser tan frágil y a la vez tan fuerte;
pues es tan frágil en cuanto a daño espiritual, pues
hay hijos que la dañan de esa manera y su corazón se
marchita por el sufrimiento, pero es tan fuerte a la
vez, la madre al llevar en su vientre a su hijo en
respuesta de su amor, da a luz y lucha por él o por
ella hasta el final, pudiendo derribar cualquier enemigo,
carga o problema que surja en la vida de sus hijos.

De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre... esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años... Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor...

La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano conteniéndonos y mostrándonos la vida siempre del lado más bello...

De niños no entendemos sus lágrimas... de adultos nos preocupan... o no las comprendemos...
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ella también nos necesita...

Por eso debemos detenernos y observarla... abrazarla y hacer que sienta que estamos allí... que nos importa, que es valiosa... y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales... pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: El Amor.

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