Así pues, un muchacho que había sido despreciado del mismo modo por Narciso pidió a los dioses que éste recibiera el castigo de amarse a sí mismo sin descanso. Dicho ruego fue escuchado por la diosa Némesis, quien hizo que el apuesto joven se enamorara de su imagen cuando vio que ésta se reflejaba en un manantial. Así, ante la imposibilidad de dejar de contemplar y abrazar su rostro, permaneció en ese lugar hasta que murió de hambre.
En ocasiones, algunas actitudes soberbias o de presunción son catalogadas como narcisismo, pero la realidad es que este comportamiento va mucho más allá, porque una persona con este tipo de conducta se cree enormemente importante y por encima de los demás, lo que incluye a su familia, pareja y amistades. Asimismo, tiene gran necesidad de sentirse aprobado, considera que merece admiración y respeto, y que todos aquellos con quienes convive deben satisfacer sus deseos y otorgarle trato especial por ejemplo, perdonar sus deudas. Por supuesto, le gusta ser el centro de atención y conversación. Pero esto es apenas el principio, pues son muchas más las virtudes de este tipo de sujetos, entre ellas:
Falta de empatía. No es capaz de ponerse en el lugar del otro y compartir sus sentimientos, además de que se muestra insensible y desconfía de los demás. Desdeña a su pareja. Cree que debe ser querido incondicionalmente, así como ser la parte más importante en la vida de su contraparte amorosa, pues considera que ésta debe estar deseosa de satisfacer todas sus necesidades; de lo contrario, le retirará su amor. Negación. Desconoce su verdadera personalidad y adora la imagen sobrevalorada que tiene de sí mismo, por lo cual niega algún estado depresivo y cualquier trauma que haya podido sufrir. Es común que durante psicoterapia niegue tener algún tipo de problema.
Envidia. Siente celos de lo que tienen otras personas, y tiene la certeza de que los demás aspiran a ser como él y a poseer sus pertenencias materiales. Aunque se sabe que prefiere la lógica a los sentimientos, desearía tener la capacidad de ponerse en los zapatos del otro y ostentar un carácter accesible.
Arrogancia. Se ofende con facilidad y reacciona con rabia cuando lo critican, tratando de destruir o humillar a quien se atreve a hacerlo; es común que en estas circunstancias arme tal discusión que sus interlocutores prefieren darle la razón.
Manipulación. Ya que considera que los demás están destinados a satisfacer sus necesidades no duda en manipularlos y tratarlos como objetos que sirven para lograr sus objetivos. Fantasías. Imagina que logrará éxito, admiración, belleza y poder en cantidades ilimitadas, aunque también aspira a encontrar el amor ideal y perfecto.
Cree ser el mejor. Tiene la certeza de ser superior a compañeros y maestros. Despide una imagen de gran seguridad en sí mismo, por lo que puede convencer a otros de que no hay nadie mejor que él; por ello, suele conseguir grandes logros en su trabajo, aunque su naturaleza puede perjudicarlo debido a que no tolera que sus propuestas sean rechazadas y, como piensa que lo sabe todo, no se preocupa por actualizarse. Es decir, emite gran cantidad de pretextos antes de aceptar un fracaso, y prefiere no arriesgarse a fallar. Interpretación distorsionada. Exagera sus éxitos y se adjudica mayores habilidades que los demás al conseguirlos, pero si fracasa las cosas cambian, pues lo atribuye a circunstancias externas y a la mala suerte.
Las personas que rinden culto al ego en realidad carecen de madurez emocional y tienen disminuida su autoestima, de tal forma que sienten que su valor individual es casi nulo pero, paradójicamente, en lugar de transformar su conducta para ser aceptados socialmente ocultan tales sentimientos y crean una fantasía de grandeza y superioridad que compense lo que ocurre en la realidad. Así, como internamente sabe que su ego es falso, necesita demostrar continuamente dicha superioridad a través de la aprobación y elogios de las personas con las que convive. Por ello, cuando lo critican reacciona con rabia excesiva, ya que considera que su valía personal ha sido amenazada y trata de destruir a quien considera que lo humilló para demostrar que lo que se dijo de él es falso. De esta manera, intenta recuperar su imagen ante los demás. De poco le valdrá actuar de este modo pues un narcisista es emocionalmente inmaduro, se preocupa excesivamente por sí mismo y es incapaz de pensar en el prójimo; no entiende, por supuesto, que cada individuo tiene sus propias necesidades y aspiraciones, así como la libertad para actuar como mejor le plazca.
Así, las reacciones ante esta situación son diversas: Puede promover un carácter dependiente, centrado en la satisfacción de las necesidades de los demás para conseguir su aprobación. Es posible que se propicie una personalidad disfuncional, es decir, que su ego se infle para compensar su falta de autoestima e inseguridad. En resumen, el narcisista busca la aprobación y admiración que nunca tuvo, pero se niega a reconocer esta debilidad y opta por construir un yo maravilloso y perfecto que todo el mundo debería adorar.
Corregir el camino
Es recomendable que quien se identifique con este tipo de personalidad acuda por ayuda para que, mediante terapia, tome conciencia de su conducta y la modifique en beneficio propio, de su familia y de las personas que conviven con él cotidianamente. Algunas investigaciones han concluido que existen factores que ayudan a corregir este problema, los cuales se relacionan con logros, relaciones personales y desilusiones. En principio, habría que decir que las promociones laborales, graduaciones académicas o algún otro tipo de reconocimiento son benéficas para que el narcisista comprenda lo que es una competencia realista y, a la postre, disminuyan sus fantasías de grandiosidad.
Asimismo, mantener una pareja estable suele ser de gran ayuda para este tipo de persona, lo que en principio resulta difícil, pues requiere de alguien que sea equilibrado, seguro de sí mismo y que lo acepte tal y como es; por supuesto, también deberá entender que su conducta no cambiará en forma inmediata. Finalmente, es necesario que los narcisistas se enfrenten a desilusiones de todo tipo, experiencias que servirán para que encuentren equilibrio emocional. Así, por ejemplo, un individuo que está acostumbrado a obtener las mejores notas escolares se puede topar, en algún momento de su vida, con personas de alto nivel de inteligencia y preparación y obtener notas mediocres en relación a dicho grupo, lo que lo obligará a hacer un reajuste en la percepción de sí mismo. Sin embargo, para que esto suceda, las desilusiones deben ir a la par de los logros, de lo contrario el fracaso sucesivo puede llevarlo incluso a agravar su narcisismo.
Cómo tratar al narcisista
Si usted debe convivir con un narcisista le serán de utilidad los siguientes consejos: Es conveniente no relacionarse emocionalmente con alguien así, ya que la necesidad de sentirse superior puede provocar actitudes de insensibilidad, arrogancia y pedantería. En todo caso, hay que procurar tomar conciencia de la problemática y no permitir que lo que le diga le afecte. No intente cambiarlo, probablemente sólo conseguirá que se enoje; por tanto, piense que es más fácil modificar su comportamiento que el del narcisista. Es evidente que un individuo de esta clase quiere ser siempre el centro de atención y sentirse importante -lo cual puede ser muy molesto para los demás-, pero hay que tener un poco de paciencia y, de vez en cuando, escuchar las historias acerca de sus grandes logros o decirle algo que lo elogie. Recuerde que en el fondo se cree una persona sin valor e indigna de ser amada por sí misma, por lo que mucho ayudará demostrarle que esto no es cierto.
Difícilmente un narcisista se preocupará por los problemas de los demás, por lo que es mejor mantener una relación superficial. Si, por ejemplo, usted se siente preocupado o deprimido y quiere compartir sus experiencias con una de estas personas es muy probable que a él no le agrade la idea y rechace escuchar cualquier confidencia de esta naturaleza. Por ello, en estos casos, será mejor buscar a alguien más receptivo y no caer en la tentación de desahogarse en un egocentra. Así las cosas, no está nada mal que nos enfrentemos a la vida con seguridad y que estemos orgullosos de poseer la autoestima necesaria para lograr nuestras metas, siempre y cuando no caigamos en los excesos que se han descrito.
Las personas que rinden culto al ego en realidad carecen de madurez emocional y tienen disminuida su autoestima, de tal forma que sienten que su valor individual es casi nulo pero, paradójicamente, en lugar de transformar su conducta para ser aceptados socialmente ocultan tales sentimientos y crean una fantasía de grandeza y superioridad que compense lo que ocurre en la realidad. Así, como internamente sabe que su ego es falso, necesita demostrar continuamente dicha superioridad a través de la aprobación y elogios de las personas con las que convive. Por ello, cuando lo critican reacciona con rabia excesiva, ya que considera que su valía personal ha sido amenazada y trata de destruir a quien considera que lo humilló para demostrar que lo que se dijo de él es falso. De esta manera, intenta recuperar su imagen ante los demás. De poco le valdrá actuar de este modo pues un narcisista es emocionalmente inmaduro, se preocupa excesivamente por sí mismo y es incapaz de pensar en el prójimo; no entiende, por supuesto, que cada individuo tiene sus propias necesidades y aspiraciones, así como la libertad para actuar como mejor le plazca.
Así, las reacciones ante esta situación son diversas: Puede promover un carácter dependiente, centrado en la satisfacción de las necesidades de los demás para conseguir su aprobación. Es posible que se propicie una personalidad disfuncional, es decir, que su ego se infle para compensar su falta de autoestima e inseguridad. En resumen, el narcisista busca la aprobación y admiración que nunca tuvo, pero se niega a reconocer esta debilidad y opta por construir un yo maravilloso y perfecto que todo el mundo debería adorar.
Corregir el camino
Es recomendable que quien se identifique con este tipo de personalidad acuda por ayuda para que, mediante terapia, tome conciencia de su conducta y la modifique en beneficio propio, de su familia y de las personas que conviven con él cotidianamente. Algunas investigaciones han concluido que existen factores que ayudan a corregir este problema, los cuales se relacionan con logros, relaciones personales y desilusiones. En principio, habría que decir que las promociones laborales, graduaciones académicas o algún otro tipo de reconocimiento son benéficas para que el narcisista comprenda lo que es una competencia realista y, a la postre, disminuyan sus fantasías de grandiosidad.
Asimismo, mantener una pareja estable suele ser de gran ayuda para este tipo de persona, lo que en principio resulta difícil, pues requiere de alguien que sea equilibrado, seguro de sí mismo y que lo acepte tal y como es; por supuesto, también deberá entender que su conducta no cambiará en forma inmediata. Finalmente, es necesario que los narcisistas se enfrenten a desilusiones de todo tipo, experiencias que servirán para que encuentren equilibrio emocional. Así, por ejemplo, un individuo que está acostumbrado a obtener las mejores notas escolares se puede topar, en algún momento de su vida, con personas de alto nivel de inteligencia y preparación y obtener notas mediocres en relación a dicho grupo, lo que lo obligará a hacer un reajuste en la percepción de sí mismo. Sin embargo, para que esto suceda, las desilusiones deben ir a la par de los logros, de lo contrario el fracaso sucesivo puede llevarlo incluso a agravar su narcisismo.
Cómo tratar al narcisista
Si usted debe convivir con un narcisista le serán de utilidad los siguientes consejos: Es conveniente no relacionarse emocionalmente con alguien así, ya que la necesidad de sentirse superior puede provocar actitudes de insensibilidad, arrogancia y pedantería. En todo caso, hay que procurar tomar conciencia de la problemática y no permitir que lo que le diga le afecte. No intente cambiarlo, probablemente sólo conseguirá que se enoje; por tanto, piense que es más fácil modificar su comportamiento que el del narcisista. Es evidente que un individuo de esta clase quiere ser siempre el centro de atención y sentirse importante -lo cual puede ser muy molesto para los demás-, pero hay que tener un poco de paciencia y, de vez en cuando, escuchar las historias acerca de sus grandes logros o decirle algo que lo elogie. Recuerde que en el fondo se cree una persona sin valor e indigna de ser amada por sí misma, por lo que mucho ayudará demostrarle que esto no es cierto.
Difícilmente un narcisista se preocupará por los problemas de los demás, por lo que es mejor mantener una relación superficial. Si, por ejemplo, usted se siente preocupado o deprimido y quiere compartir sus experiencias con una de estas personas es muy probable que a él no le agrade la idea y rechace escuchar cualquier confidencia de esta naturaleza. Por ello, en estos casos, será mejor buscar a alguien más receptivo y no caer en la tentación de desahogarse en un egocentra. Así las cosas, no está nada mal que nos enfrentemos a la vida con seguridad y que estemos orgullosos de poseer la autoestima necesaria para lograr nuestras metas, siempre y cuando no caigamos en los excesos que se han descrito.
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