Sinceridad. Quizá podemos ver algo de lo que es esta virtud interpretando la palabra española: “Sin cera” i.e. no hay “cera”, nada cubriendo, escondiendo la realidad. Se trata de algo auténtico, tal como parece. Tratándose de una persona – no hay máscara (“más” cara), algo ficticio recubriendo su verdadera cara. Por eso una persona sincera es una persona “de una sola cara”.
La sinceridad implica veracidad y honestidad, verdad en la palabra, honestidad en el actuar. Uno puede confiar en que lo que dice tal persona es cierto y además que se hará.
La sinceridad es, en primer lugar, sinceridad con uno mismo. La confianza no se exige, se ofrece y se merece. La confianza y la sinceridad requieren diálogo. Ese diálogo en el que profundizarán en un conocimiento mutuo facilitará los tratamientos de las cuestiones personales. La sinceridad requiere amistad porque sólo en un clima de intercambio de cuestiones que afectan a la intimidad uno entiende que la intimidad es inviolable. Se percibe que es un presente delicado y no merecido. La sinceridad es una condición para la mejora de las personas. El ambiente de sospecha complica las relaciones y es ocasión de divisiones.
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Hace 5 meses
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