miércoles, 28 de enero de 2009

Saber Vivir

Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrita, porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas, porque llegarán a ser sabios.
Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son suficientemente inteligentes, para no tomarse en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean.
Felices los que están atentos a las necesidades de los demás sin sentirse indispensables, porque serán fuentes de alegría.
Felices ustedes que saben callar y ojalá cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el evangelio comienza a penetrar su corazón
Felices si son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás aún cuando las apariencias sean contrarias. Pasarán por ingenuo: es el precio de la caridad.
Felices, sobre todo, ustedes, si saben reconocer al Señor en todos los que encuentren, entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.

Santo Tomás Moro

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